viernes, 13 de mayo de 2011

Por ahí para algunos puede sonar exagerado, paro otros sin importancia o normal, pero para mí fue muy importante. Sentí que se necesitaba de una gran acumulación de valentía, coraje, valor y fortaleza para hacer lo que hice, aunque sin embargo, yo lo hice sin ninguna de ellas. Casi tres años después de confesarle a mi mamá mi condición sexual, casi tres años después de agresiones y palabras que duelen, de malas miradas y sensuras discrimitatorias por su parte y las de mis hermanos, me animé a preguntarle; “por qué no me aceptás como soy, mamá?”. Y claro, mi cabeza no podía entender como el cariño de una madre no podía ser más fuerte que el típico “qué dirán” o el modelo ideal que todas las familias conservadores tienen de familia, la familia tipo, el marido, la esposa y los dos hijos, como mucho, MUCHO tres. Por qué si yo era diferente no podía entenderme?  Como me dijo, no era que su amor por mí debía superar esta situación de “desviación” y así lograr aceptarme por el simple vínculo de amor que nos unía, sino que para ella mi amor de hija debía ser tan fuerte que tendría que haber evitado ser así, tendría que haber reprimido cada uno de los sentimientos que sentí cada vez que estuve con una mujer, cada gota de placer y el amor, principalmente el amor que sólo una mujer sabe dar. Sin embargo mi vida no hubiera tenido sentido alguno sin cada uno de esos hermosos momentos que las mujeres me hicieron vivir, claro, ella no entiende la parte en la que uno se enamora de la persona, de cómo es el otro y no de su sexo, de lo que tiene ahí abajo o en donde sea. El amor, que sentí por mujeres nunca lo sentí por una persona de mi sexo opuesto y no me arrepiento, en lo absoluto. Mamá, “vos no te das una mínima idea de lo que sufrí cuando me di cuenta que me gustaba una compañera del colegio” ella no sabe lo que se siente ir “contra la corriente”, sentir ASCO por vos misma, no entender qué te pasa y .. sin embargo la cabeza y lo que planeás hacer para no sentirlo más, no sirve, porque lo que te dicta la cabeza es otra cosa y copletamente distinta de lo que el corazón y todo el resto de tu cuerpo quiere hacer. El amor verdadero a mí me lo hizo sentir una mujer, en su caso fue distinto, pero no por eso cada vez que salga me va a imponer hacer las cosas a su manera “Vos me decís que no, pero bien que si fuera a la casa de un tal Roberto no tendrías ningún problema, pero claaaaaro, como sabés que en vez de Roberto seguramente es una tal RobertA, ahí te deja de gustar la idea, no? Te ponés loca” Eso no debería ser así, porque aunque lo crean, yo no elegí ser así, a mí me tocó y el sentimiento le ganó a la cabeza, tuve aprender a no odiarme por sentirlo, a no bañarme y querer arrancarme la piel, a querer “lavarme” “purificarme” como pensaba, a no llorar cuando me miraba al espejo, aprendí a convivir con eso y comenzó a gustarme, encajé, y gracias a Dios(¿) hoy puedo decir que soy “feliz”, pero ella no lo entendía, me decía que yo había elegido el camino del sufrimiento, sin embargo la única que me hacía sufrir con su indiferencia, era ella. 
Llegó un momento en el que me sacó de quicio, me dolía tanto lo que decía, que me levante y le dije “Vas a ver, si seguís así con esa postura algún día vas a terminar perdiéndome, y sabés qué? Va a ser tu culpa, porque lo único que yo necesito es que me aceptes, o que por lo menos me respetes” y la respuesta más esperada fue “y bueno, qué se la va a hacer”. Como es de esperarse, más para mi tipo de persona, me fui al parque a llorar así nadie me veía, me desbordada copletamente. No daba más, sentía que no me quería, que nunca íbamos a poder volver a ser la madre e hija que se habían amado unos años atrás. Posteriormente, vine la parte paradójica del suceso. A los dos minutos que salgo afuerta, mi hermano (si, Marco) sale atrás mío, me viene a buscar y sin preguntarme nada, se agacha para abrazarme, claro, yo estaba sentada, yo seguía llorando sin poder parar un segundo, él me decía que sí, que me aceptaban, que sólo debía entender los problemas de mamá, pero cómo podría yo entenderlos si tuvo casi tres años para poder entenderme ella a mí? No termino la frase que sale mamá, llorando, se sienta a mi lado, me abraza y llora más, llorábamos juntas mientras me decía que nunca iba a dejarme sola, que por lo visto yo había nacido para sufrir porque así había sido desde un principio (eso dijo ella, no sé a qué se refirió, pero opté por no preguntarle). Le dije que yo sólo necesitaba que me quisiera, que me abrazara, que me pegunte cómo estoy y eso que hacen las madres, porque yo le cumplo, la ayudo, le traigo buenas notas y sólo necesitaba de su apoyo para estar tranquila. Una semana antes de cumplir diecinueve años le dije por primera vez a mi mamá que la amaba, “yo voy a ser feliz mamá, te lo prometo”.

1 comentario:

  1. La puta madre boluda, no tenía idea de todo esto :| Mañana te llamo al cel y me contás bien todo. Te amo boludita ♥

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